No cabe duda que la memoria es una de las facultades superiores del ser humano. Así se considera desde tiempos inmemoriales, porque recordar lo acontecido y conservar este compendio de información para su posterior uso ha sido, casi desde siempre, un reto para la humanidad.
Un individuo sin memoria es un ser a la deriva, con grave riesgo de inadaptación social y aislamiento. No recordar, o hacerlo sólo en muy escasa medida, constituye un problema, especialmente para quienes desean o necesitan aprender cosas nuevas.
Millones de Neuronas
Seguramente te habrás preguntado ¿por qué se recuerdan unas cosas y otras no? ¿se puede manipular la memoria a discreción? ¿y entrenarla? La conexión con el pasado sigue mostrándose oscura, pero los neurocientíficos comienzan a desentrañar el laberinto identificando las moléculas responsables de aquella y las localizaciones en el cerebro donde la memoria se procesa y se almacena. Las últimas investigaciones se centran en las conexiones entre las células básicas de la memoria y el papel del cerebro en el pensamiento y el comportamiento. Teniendo especial interés el nexo entre la memoria y las emociones.
Se dice que se graba mejor lo interesante, nuevo y emotivo. Para recordar viene bien cierto estrés, hay una memoria implícita y automática, otra a corto plazo o de trabajo y otra que es social. Un joven prestó un libro a alguien. Lo peor no es que esa persona no se lo haya devuelto, sino que jamás recordó quién es. He aquí un fallo de memoria que seguramente a ti también te ha traicionado.
Eso es irónico, ya que cada ser humano tiene el sistema pensante más complejo que han logrado producir millones de años de vida en la Tierra: un cerebro que alberga entre diez y 100 mil millones de neuronas interconectadas, formando un densísimo entramado de cables orgánicos.
Por eso hay olores o sabores que tiran de laberintos de tiempo y convierten los recuerdos en hiperlinks en el archivo de la propia vida. Lo dice el neurocientífico Juan Carlos López, autor del libro “El Telar de la Memoria”:
"Hay estímulos que encajan con los recuerdos como llave y cerradura", ¿y si se descubre la llave para cada recuerdo? Eso es como encontrar una aguja en un pajar".
El Funcionamiento del Cerebro en las Emociones
La corteza prefrontal también pasa las señales sensoriales a la amígadala (4), que a su vez las envía al tronco cerebral y a otras regiones del cerebro (5), que controlan la reacción del cuerpo ante la emoción generada por la visión de la serpiente. Al mismo tiempo, la amígdala facilita el almacenamiento de las memorias "intensas", las cuales pueden provocar una reacción emocional similar en el futuro en situaciones parecidas.
By: Gerardo Gómez Cano
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