Por Pepe Flores | 25 de julio de 2011, 00:22
Vivimos en una época de auge de la tecnología en 3D. Cada semana, las grandes marcas anuncian algún televisor, teléfono móvil o consola portátil que se suma a la tendencia. Parece que estas tecnología de consumo se mueven invariablemente hacia la tercera dimensión. Es cierto que los fabricantes están desarrollando más y más dispositivos que explotan esta característica, pero ¿qué tanto sabemos de sus efectos?
Un estudio reciente de la Universidad de California en Berkeley ha demostrado que la tecnología 3D tiene consecuencias negativas para la vista. De acuerdo con la evidencia hallada, mirar una pantalla con 3D tiene efectos contraproducentes tanto para los ojos como para el cerebro, debido a que el globo ocular debe ajustarse constantemente a la pantalla y a la tercera dimensión. Este esfuerzo suponefatiga, dolores de cabeza y molestias en el espectador.
Martin S. Banks, profesor de Optometría de Berkeley, encontró que el contenido en 3D visto a corta distancia -como en un móvil o consola- provoca más molestias cuando se proyecta frente a la imagen. Por el contrario, en el cine la molesta se acentúa cuando la imagen se “sumerge” en la pantalla. Por supuesto, estos hallazgos servirán para afinar la fabricación de aparatos con 3D y reducir los inconvenientes para el consumidor final.
Lo llamativo del caso es que la industria se ha preocupado más por llenar este nicho de mercado que por profundizar en las consecuencias del 3D. Por supuesto, lanzarse así también supone una apuesta arriesgada, pues se aventuran a ser los primeros sin saber si su producto será bien recibido. Basta con mirar los malos números de la Nintendo 3DS en algunos mercados para entender el fenómeno. El mismo director de Nintendo indicó que el problema central es que mucha gente no entiende el beneficio del 3D. Yo me atrevo a decir que muchos fabricantes tampoco.
El mundo de la tecnología se mueve, en muy buena parte, por una cuestión de moda. Muchos productos se convierten en objetos de deseo por el simple hecho de pertenecer a una marca o introducir algún detalle “revolucionario”. Las compañías no pueden quedarse detrás para satisfacer estas demandas; muchas veces, sin saber si están apostando por el caballo correcto. Pero en el mundo de los negocios, tan voraz y convulso, a menudo es mejor lanzarse a ciegas que permanecer estático.
Algunos avances, en efecto, modifican por completo la forma en que concebimos alguna actividad; otros tantos sólo formar parte de un hype efímero. ¿En cuál de los dos está el 3D? ¿Se trata de una característica que cambiará el modo en que nos relacionamos con las tecnología visuales, o es sólo un experimento condenado al olvido -o peor, una burbuja que reventará tarde o temprano? Estudios como el de Berkeley (y las respuestas de mercado, por supuesto) nos darán las respuestas, poco a poco.
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